No había desaparecido. Sólo había cambiado de cajón.
Empezó en el de la curiosidad, pronto se mudó al de los deseos y de ahí recaló a la mesita de noche, en el cajón de los sueños, donde estuvo una buena temporada, hasta que salió con la cabeza alta para mudarse al cajón del presente. Aunque seguía frecuentando el cajón de los deseos y el de los sueños y se dejaba caer por el de planes de futuro. Y así estaba bien. Pero un día se pasó por el cajón de los contras y el de las dudas y el de los miedos... Perdió su acceso al del presente. Ahora está en una cajonera llena de polvo, en el cajón de los recuerdos.
Casi nada desaparece. Sólo cambia de cajón.
