Había dos momentos en los que Luz pensaba con claridad: al fregar los platos y al pasear de noche por calles desiertas. Encontraba algo de paz en esos actos, se le despejaban las malas ideas, las malas respuestas, las malas soluciones y aparecía en la carretera de su pensamiento la perspectiva brillante.
Sin embargo aquel día había fregado los platos limpios una docena de veces y sus piernas temblaban de tanto pasear y nada lúcido aparecía en el horizonte… Luz se quedó a oscuras.
