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4 de agosto de 2010

El problema de la velocidad

Hoy he salido a la calle y todo se movía a cámara lenta. O yo iba acelerada. No lo tengo claro. No es fácil caminar a la misma velocidad en la que caminan los demás. ¡Ya cantaban sobre ello Piratas!.
No sé por qué urdo planes rocambolescos y execrables para lograr entelequias, en lugar de aprender a caminar despacio. Puede que entonces fuera consciente de los días felices.

14 de junio de 2010

Voces

Hoy no me puse los cascos
Me escuché a mí
¡Qué terrible dolor de cabeza!

24 de diciembre de 2009

¿ESCUCHABAS ESA MÚSICA?

Me cansé de los finales no felices. Y pensé entonces en quedarme con los principios, con ese breve suspiro temporal en el que todo es bueno, todo te fascina y todo le fascina y hay magia y puedes oír esa música. ¡Cómo me gustaba oír esa música! Esa música tocada para nosotros, solamente para ti y para mí, solamente en mi cabeza. ¿O tú también la escuchaste?

Me cansé de los principios felices, porque sólo son eso, principios. Comprendí que son historias sin finales, reabsorbidas por su propia intensidad, por engatusar al destino, por ir más rápido que el tic tac del reloj.

Me cansé de los principios felices, de los finales no felices… Y ahora me pregunto si se tratará de tener un mal principio o un principio mediocre para llegar a un final… Y a un final (al menos) no infeliz.




Imagen Hannah

9 de diciembre de 2009

00.32

Estaba ahí pero había dejado de estar ahí hacía tiempo. Había notado que no la escuchaba y por eso había dejado de hablar. Sólo hablaba de nada, que es como no hablar. Para qué complicarse, para qué sincerarse, para qué decir más que nada. Había dejado de esperar porque cuanto más esperaba menos recibía y al no recibir lo esperado, era como golpearse una y otra vez y cada golpe le dejaba una fisura que ahora, por fin, quería evitar, porque las cosas no iban a mejorar con la cara llena de fisuras.
Pero lo cierto es que estaba ahí, seguía estando ahí, aunque no estuviera, de eso no hay duda.

5 de diciembre de 2009

...and I wonder

Te preguntas si ir. Y no sabes cuánto quieres ir por él, cuánto quieres ir por ti, cuánto quieres quedarte por él y cuánto quieres quedarte por ti. E imaginas cómo será si vas. Si será como antes o si será diferente o si no será en absoluto. Y no sabes si es mejor que cambie o que siga igual. O si es mejor quedarse. Y tienes tanto miedo de ir como de no ir. Y te preguntas cómo será no ir pudiendo haber ido. Y sabes que elijas lo que elijas lo más problable es que en algún momento desees haberte decantado por la otra opción y sabes que entonces maldecirás el momento en el que decidiste hacer lo que sea que hagas.


Lo peor es que cada segundo que gastas en pensar qué decidir, es un segundo perdido, porque al final no harás nada más que ir (como decían Héroes) donde quieran tus botas.




Imagen de Ligeia

30 de noviembre de 2009

De la implosión a la explosión en un plazo razonable de tiempo


Tenía tantas cosas en la cabeza que no salían por su boca...
Que un día empezaron a salir por sus orejas

2 de noviembre de 2009

EL LÍMITE DEL NO LÍMITE


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Qué divertido es jugar a que no hay límites. Ni de velocidad ni de libertad ni de compromiso, ni superiores o inferiores, ni de elasticidad ni de humanidad ni de valor. Qué divertido es jugar a que no hay límites. 

Pero siempre, en algún punto de tu historia, aparece la urgencia del límite. Y si no aparece la urgencia, aparece el límite. Porque nada infinito cabe en una esfera finita. Porque aunque corras muy rápido nunca podrás evitar que te encuentre el límite del no límite.

Y a veces no es más valiente el que los obvia. A veces no es valiente en absoluto. A veces ser valiente es precisamente determinar y asumir los límites. Porque aunque te quedes quieto y te escondas nunca podrás evitar que te encuentre el límite del no límite.

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26 de septiembre de 2009

Hasta que deja de hacerlo

La historia siempre se repite. Vuelve a sonar el mismo disco. Hasta que decides sacarlo. No, ni siquiera lo decides, es un acto reflejo, te estás defendiendo de un ataque que sólo tú puedes ver. Lo sacas, lo posas con delicadeza en el suelo y levantas lentamente la pierna derecha, porque quieres acabar con buen pie, para después pisarlo bruscamente con tu tacón de aguja. Y saltas encima con los dos pies y sus dos tacones de aguja, hasta rayarlo y rasgarlo y romperlo y desquebrajarlo, para que no suene más.

La historia siempre se repite hasta que deja de hacerlo.

No estás haciendo lo que todos creían que harías, y no sabes cuánto no lo haces porque no quieres y cuánto no lo haces por no darles la razón. Hay algo subversivo, valiente, casi heroico en no hacer lo que se espera de uno, sobre todo si hacerlo no supone ninguna complicación.

La historia siempre se repite hasta que deja de hacerlo. Hasta que tú renuncias. Hasta que colocas un nuevo vinilo en tu tocadiscos. ¿Cómo sonará?, te preguntas mientras colocas la aguja de punta elíptica. ¿Me gustará?

Y respiras el excitante aroma de la vida sin estrenar.

Imagen de Ligeia

9 de septiembre de 2009

Lila

Se llamaba Violeta pero la llamaban Lila. Era morena, pero no era morena. Le gustaban las rosas, excepto las rosas. No tenía que estar allí, pero allí estaba. No tenía que haber visto nada, pero lo vio todo.

No debería haberle dolido, pero le dolió. Se trataba de sexo, siempre se trataba de sexo. No, no se trataba de sexo, pero ella decía: “Se trata de sexo, siempre se trata de sexo”. Lo decía a los demás y se lo decía a sí misma. No era verdad, pero ya se lo creía. Todos se lo creían.

La llamaban Lila, pero no la llamaban. Y ella tampoco llamaba ya. Le gustaba demasiado como para llamarlo. Le gustaba tanto que no podía tener nada con él. No era verdad, pero se lo creía. Sólo ella se lo creía.

1 de septiembre de 2009

Capaz de todo y de nada

Te van a golpear más y te van a golpear más duro.

Lo primero que debes saber en la vida es que aunque te hayan golpeado cien veces, van a volver a hacerlo. Pensarás que estás a salvo encorsetado en tu coraza de grafeno, pero no, en algún momento llegará un bicho y logrará colarse en tu coraza del material más resistente conocido. Y es que a veces, ya lo dice el refranero, más vale maña... Y hay bichos muy hábiles.

Serás capaz de todo y de nada.

Los bichos pican. Las picaduras escuecen. Y vas a tener que rascarte. Y a veces serás capaz de todo, de vengarte o de lanzarte, de dejarte envenenar o envenenarle. Y otras veces no serás capaz de nada. Tal vez sólo de marcharte.

28 de agosto de 2009

Las 4:45

Imagen de Eride.discordia


Las 4:17 marcaba el reloj que Olivia tenía enfrente. Las 4:17… pero como no era su reloj no podría asegurar que no sufriera ningún desajuste. El suyo, por ejemplo, que había dejado no sabía dónde porque le molestaba por el calor enrojeciéndole la piel de la muñeca, estaba 4 minutos adelantado, para intentar así llegar puntual a sus citas, aunque, claro, al recordar que estaba adelantado seguía llegando tarde.

A las 4:17 Olivia supo que uno de los elementos que configuraba su vida hasta aquel instante iba a dejar de hacerlo.

A las 4:19 huía. Olivia no solía huir, pero puesto que estaba en la casa del elemento que se quedaba fuera de su ecuación, le pareció correcto ser ella la que se despejara. Sacó un cigarrillo de su bolso y junto a la cajetilla de tabaco encontró su reloj. “Caray, cuando no lo buscas, lo encuentras”, pensó. Lo miró. Se encendió el cigarrilo y se preguntó por qué si su corazón siempre había sido amargo, ahora, a las… - Acababa de mirar el reloj pero no se había fijado en la hora… Lo miró de nuevo y se lo colocó en la muñeca - Ahora, a las 4:32 lo notaba tan dulce, bombeando chucherías a todo su organismo. Y si cuando era amargo era irrompible, ahora, blando como una nube, podía sentirlo asustado, tratando de hacerse el duro, acoplando todas las partículas de su azucarada masa para no despedazarse otra vez, como ya se había despedazado en otras ocasiones.

"Las 4:45 será una hora para recordar", se dijo.
Esta vez iba a prevenir, no iba a pegar ni una tirita más. Tiró el cigarrillo al suelo, lo pisó y empezó su carrera en dirección opuesta al elemento perjudicial para su, a veces, dulce corazón.

20 de agosto de 2009

Sabía que la próxima vez me verías de verde


Sabía que la próxima vez me verías de verde. No me preguntes por qué. Tuvo que ser casual. Ni causa ni efecto. Reinicio por defecto. Eso es así. He decidido pasar del destino. Total, ¿cuándo ha contado él conmigo? He trazado un mapa de puntos donde esquivarte. Te he borrado de mi tarjeta SD. No quiero volver a empezar. No quiero volver a acabar. No contigo.