9 de diciembre de 2008

Como vuelva a tener un sueño ñoño, me pego un tiro

Cuando viajo en avión necesito leer para no pensar en la inminente posibilidad del accidente. Y si leo algo en el avión es Esquire (y eso que su target es masculino). Lo primero que hago al sentarme en mi butacaconventanilla es oler la revista (¡qué bien huele la tinta!) y después deslizar la yema del dedo central (nunca supe el nombre de los dedos) sobre las letras de la cabecera. Me alegra encontrarme con Bill Murray en este número y con aquella gran frase de la película que todos vimos y que, al menos yo, no me canso de volver a ver: "les daré un pronóstico sobre el invierno: será frío, oscuro y durará el resto de sus días"...

He estado pensando en mí. Era hora de pensar en mí. No sé si dejé de ser humana para ser un monstruo o si ser un monstruo me hace más humana. Y creo que las cosas que hice creyendo que no tenían sentido son las que tienen más sentido ahora. Y como vuelva a tener un sueño ñoño... me pego un tiro.

Cuando viajo en avión necesito entretenerme para no pensar en la inminente posibilidad del accidente. Y si veo a un tipo interesante, más me entretengo. Lo primero es cerciorarme de que si me mira verá mi lado bueno y después me humedezco los labios para que luzcan apetecibles. Le oigo hablar por el móvil de una tienda en la calle Barquillo. Y lo imagino bohemio y perfectamente imperfecto.

Huelo la Esquire, humedezco mis labios y me duermo. Y no sé si sueño algo ñoño, sólo sé que despierto asustada y gritando. Y nunca es buena idea gritar en un avión.