1 de diciembre de 2008

La justicia de Leila

Temis y Astrea hoy no tienen rostro, pero sí definición en la RAE. La podemos encontrar tecleando “justicia”. Los griegos tenían una forma más amena de educar, cada valor un rostro, una personalidad y la llamativa maraña que enredaba cada personaje con los demás, y cada uno con el todopoderoso Zeus. Aquello era un culebrón eterno, pero bien ligado. Y con moralejas en cada episodio.

Platón, como otros después, teorizó sobre el concepto, para él era la virtud más importante que se hace visible cuando las otras tres (prudencia, fortaleza y templanza) funcionan adecuadamente.

Hoy en día en la sociedad hay todo un engranaje que trabaja para que se cumpla la justicia. Pero más acá, más cerca de cada uno, está aquello de tomarse la justicia por su mano.

Leila tenía un exquisito sentido de la justicia; legislaba, ejecutaba y juzgaba según su poder, según su código. Incluso se sentenciaba a ella misma, se sometía a su ley y a las sanciones que cada delito o falta acarreara. Era complicado en estos casos, porque tenía que hacer el papel de abogada, de jueza y de acusada. Pero siempre, tratándose de ella o de quien fuere, era justa. Justa según su idea del derecho. Justa a pesar de condenarse a sí misma.
Leila era así, pero ¿acaso no nos tomamos la justicia por nuestra mano todos en alguna ocasión?