17 de noviembre de 2009

SUEÑO 2

La calle estaba desierta y yo avanzaba con unas botas negras y un largo abrigo también negro. Debían ser las 3 de la mañana. Conozco esa calle, tantas veces que la bajé para ir a verle... Entraba en un bar. Un bar que no es ningún bar que conozca. La música estaba alta. Creo que sonaban los Pixies. Al llegar al centro del bar me fijaba en las caras de la gente. Habría unas ocho mesas. Tal vez eran siete o nueve, qué más da, era un sueño, y el ocho es un buen número. En cada mesa un hombre de mi pasado con una mujer. Mujeres de sus pasados, mujeres de sus presentes, mujeres futuras, mujeres inventadas. Ellos, todos, me miraban con lascivia. Ellas, todas, con desprecio. Y paraba la música. Y sólo quedaba el silencio ensordecedor de sus miradas. Y yo alzaba la mano para exponer mi inocencia. Y entonces una bala, salida de no sé dónde, rozaba mi dedo corazón. Apartaba el dedo sangriento de los demás. Y ellas creían que las insultaba. Y enfurecían más.

Y entonces fue cuando me desperté.



Imagen: Ligeia