Mostrando entradas con la etiqueta onaníricos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta onaníricos. Mostrar todas las entradas

17 de noviembre de 2009

SUEÑO 2

La calle estaba desierta y yo avanzaba con unas botas negras y un largo abrigo también negro. Debían ser las 3 de la mañana. Conozco esa calle, tantas veces que la bajé para ir a verle... Entraba en un bar. Un bar que no es ningún bar que conozca. La música estaba alta. Creo que sonaban los Pixies. Al llegar al centro del bar me fijaba en las caras de la gente. Habría unas ocho mesas. Tal vez eran siete o nueve, qué más da, era un sueño, y el ocho es un buen número. En cada mesa un hombre de mi pasado con una mujer. Mujeres de sus pasados, mujeres de sus presentes, mujeres futuras, mujeres inventadas. Ellos, todos, me miraban con lascivia. Ellas, todas, con desprecio. Y paraba la música. Y sólo quedaba el silencio ensordecedor de sus miradas. Y yo alzaba la mano para exponer mi inocencia. Y entonces una bala, salida de no sé dónde, rozaba mi dedo corazón. Apartaba el dedo sangriento de los demás. Y ellas creían que las insultaba. Y enfurecían más.

Y entonces fue cuando me desperté.



Imagen: Ligeia

10 de noviembre de 2009

SUEÑO 1

Nace la colección de escritos ONANÍRICOS (Onanismo+Onírico), de lo que sueño cuando duermo sola.

SUEÑO 1

Estaba en una casa que no era la mía.Había un sofá. Nada más. Estaba ahí sentada, quieta, callada, en un estado casi catatónico. Y estaba a la vez ahí viéndome no hacer nada. Y entonces entraba la voz en off, que no era la mía, como en "Más extraño que la ficción". Y decía:

"Ya no la pasa a ver. Ya no le presta atención." Y yo estaba ahí, viéndola. Y trataba de tocarla apoyándome en sus hombros. Pero no me sentía. Y entonces tocaban a la puerta y mi yo catatónico no se levantaba a abrir, pero yo iba a mirar por la mirilla. Y quien tocaba era yo. Me veía a mí al otro lado de la puerta y me veía a mí en el sofá y me veía a mí de pie y ya éramos tres, como los Héctor de Vigalondo. Aunque esta vez no era un asunto de anacronismo. Y la voz en off que no era la mía decía:

"Y cuando volvió ya era tarde".

Y fue después de esta sentencia cuando mi yo real despertó. Y pensé "Debo hacerme más caso".


Imagen de Ligeia