25 de enero de 2009

Barbies y Pelotas

Odio a Paula como odié a una Bea y como odiaré a tantas Marías. La odio de una forma infantil, destructiva, repugnante.

Las niñas juegan a la pelota en los patios del colegio, ajenas a que pronto jugarán con otras pelotas y las harán botar del mismo modo y se las pasarán a veces adrede, a veces recelosas.

Odio a Paula como he odiado a otras. Nunca son más guapas ni más listas ni mucho menos más ocurrentes que yo, por lo menos no en mi cabeza.

Las niñas juegan con una Barbie en su habitación, y aprietan fuerte el cuerpo de Ken contra ella e inventan diálogos e historias de amor. A veces es Barbie la que tiene un affaire en el jardín con un Son Goku de goma, a veces es Ken con una de esas barbies del chino que no son barbies pero las sigues llamando así y que si las aprietas con un dedo quedan deformadas, a veces por un rato, a veces para siempre.

Las niñas juegan con una Barbie en su habitación, ajenas a que pronto algún tipo las tratará como una muñeca, y habrá affaires en los que las apretarán con un dedo y quedarán deformadas. A veces por un rato, a veces para siempre.