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19 de noviembre de 2009

Sabía a chicles


Sabía a chicles. Y a golosinas con forma de fresas, de ladrillos, de ositos, de labios, de nubes…
Sabía a chicles y a alcohol y a tabaco y a rubias y a morenas y a pelirrojas y a libertad y a casitas de colores con tobogán en las que nunca estuvimos.
No puedo recordar nada más que su sabor y su barbilla. Hay barbillas que no se olvidan. Aunque se olvide todo lo demás. Como una fotografía que encuentras de algún acantilado y no puedes recordar cuándo la hiciste ni por qué estabas ahí. Como un sabor que reconoces pero no sabes cuándo lo probaste por primera vez. Como una pieza que encuentras entre los cojines del sofá de un puzzle que alguien nunca pudo acabar.
Hay barbillas que no se olvidan. Pero son sólo eso, barbillas.

Sabía a chicles. Pero no era dulce.


Imagen de Hannah
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9 de agosto de 2009

El vals

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Ella siempre ponía la bala en chicos que no podía presentar a mamá. Y ya había pegado muchos tiros. Por eso y por vieja, la paciencia ya no la sacaba a bailar, pero casi cada día bailaba un vals con la histeria.

4 de marzo de 2009

Odio y Dorothy

Odio que hayas conseguido que te odie. Odio odiarte. Odio no haberte odiado antes. Odio odiarte no del todo. Puestos a odiar, prefiero odiar de veras, que estar odiando sin odiar del todo. Me odio por odiarte, pero no olvido quién me hizo perder las ganas.

Perdí las ganas por el camino. Y me perdí. Y ya no encuentro el camino ese que seguía Dorothy en el Mago de Oz. Ya ni lo busco. Me pregunto si tu papel es de espantapájaros, león u hombre de hojalata. No sé si tu carencia es de cerebro, coraje o corazón. No lo tengo claro.

Dorothy cantaba aquello de Somewhere over the rainbow... y acaba preguntándose:

If happy little bluebirds fly
Beyond the rainbow
Why, oh why can´t I?

También yo me lo pregunto. Y odio preguntármelo.

25 de enero de 2009

Barbies y Pelotas

Odio a Paula como odié a una Bea y como odiaré a tantas Marías. La odio de una forma infantil, destructiva, repugnante.

Las niñas juegan a la pelota en los patios del colegio, ajenas a que pronto jugarán con otras pelotas y las harán botar del mismo modo y se las pasarán a veces adrede, a veces recelosas.

Odio a Paula como he odiado a otras. Nunca son más guapas ni más listas ni mucho menos más ocurrentes que yo, por lo menos no en mi cabeza.

Las niñas juegan con una Barbie en su habitación, y aprietan fuerte el cuerpo de Ken contra ella e inventan diálogos e historias de amor. A veces es Barbie la que tiene un affaire en el jardín con un Son Goku de goma, a veces es Ken con una de esas barbies del chino que no son barbies pero las sigues llamando así y que si las aprietas con un dedo quedan deformadas, a veces por un rato, a veces para siempre.

Las niñas juegan con una Barbie en su habitación, ajenas a que pronto algún tipo las tratará como una muñeca, y habrá affaires en los que las apretarán con un dedo y quedarán deformadas. A veces por un rato, a veces para siempre.

11 de enero de 2009

Tan dormidos

He soñado que te hablaba en inglés, pero no entendí qué te decía porque nadie se encargó de subtitularme. Estábamos tan dormidos que lo más probable es que no lo recordemos o no lo queramos recordar.

He soñado que te hablaba en inglés pero tú me pedías que me centrara en el francés y yo me hacía la sueca.